Cecilia Figaredo
Laura Falcoff
http://www.clarin.com/diario/2007/04/01/espectaculos/c-01401.htm
Hace diecisiete años, cuando tenía exactamente 17 años, Cecilia Figaredo ingresó al Ballet Argentino de Julio Bocca como una bailarina muy joven y también muy entusiasta.
Muchos de los roles que fue sumando a lo largo del tiempo tenían escasa relación con la rigurosa técnica clásica en la que se había formado; pero su disponibilidad y su ductilidad fueron proporcionándole la madurez interpretativa que hoy siente que ha alcanzado.
En pocos días reestrenará, como figura principal y al frente del Ballet Argentino, A tango y jazz, un espectáculo que reúne sin mezclarlos estos dos géneros de origen popular.
La coreografía de la sección jazz pertenece a Margarita Fernández y está acompañada en vivo por la Antigua Jazz Band;
la sección de tango fue creada por Ana María Stekelman y la música será provista por el octeto de Julián Vat.
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Estabas familiarizada ya con el tango coreografiado;
¿el jazz es algo nuevo en tu carrera?
-La coreografía del show es, en realidad, jazz con agregados de ballet y de danza contemporánea. No es el jazz más clásico, de Bob Fosse; por cierto, yo bailo en puntas, la estructura del espectáculo está pensada para bailarines clásicos.
¿Por qué motivo?
-La idea fue enteramente de Margarita Fernández. Es más, yo le había pedido que no me hiciera bailar en puntas. Llegamos a un acuerdo: hago dos dúos en puntas y el resto con zapatos de jazz.
¿Por qué querías bailar sólo con zapatos? ¿Te interesaba compenetrarte más con el estilo?
-No, no es eso; creo que estoy metida en el estilo, o por lo menos lo intento todo lo que puedo dentro de mis limitaciones; nunca me dediqué al jazz.
Ocurre otra cosa: cuando una está parada sobre las zapatillas de punta el peso del cuerpo es diferente, prácticamente no se siente.
En cambio, el jazz precisa de esos pesos de cadera bajos, a tierra, que yo quería disfrutar.
¿En qué consiste el bloque de tango?
-Toda música de Piazzolla y el estilo de Stekelman: piernas de tango y brazos de danza contemporánea.
¿Cómo surgió la idea de hacer un espectáculo con estas características?
-La idea fue del empresario Lino Patalano, obviamente. No fue algo demasiado elucubrado; sólo quería reunir dos músicas fuertes como lo son el jazz y el tango y que marcaron mucho a la gente en el momento en que surgieron. A mí personalmente me parecía importante hacer algo con tango; me apasiona.
¿Bailás tango de pista o lo que te apasiona es escucharlo?
-La verdad es que no bailo tanto como quisiera. Pero escuchar tango me gusta desde siempre. Vengo de una familia de tangueros. Osvaldo Pugliese estuvo casado con una hermana de mi abuelo; un tío mío fue cantor profesional toda su vida... Ya siendo yo grande, y a partir de alguna obra que hicimos con música de tango, comencé a bailar un poco más. Siempre me digo que el día que pare con las giras iré a las milongas a aprender a improvisar y a dejar que un hombre me lleve.
¿Cómo te encontrás hoy en tu vida profesional, después de tantos años de pertenecer al Ballet Argentino?
-Como bailarina, tengo que decir que este es mi momento más seguro. Con los años fui adquiriendo una madurez y un peso en el escenario que ojalá a los veinte años hubiera tenido.
No es mi característica pensar demasiado hacia adelante en el tiempo, pero la verdad es que querría seguir trabajando con el Ballet Argentino porque es mi casa, es el lugar en el que me formé y difícilmente hoy elegiría irme a otra compañía.
No querría que la despedida de Julio Bocca significara también la despedida del Ballet Argentino, ahora que la compañía adquirió y ganó un reconocimiento propio, no sólo aquí sino también en el exterior
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