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María De La Fuente, Elsa Rivas y Nina Miranda - Presentaciòn - - - María De La Fuente & Astor Piazzolla - Selecciòn de Tangos - 1951
Fueron divas del tango en la década de 1950, cada una con su estilo.
El viernes (17-07) actuarán en la noche inaugural del Festival Nacional de Tango de La Falda.
Qué, ¿nos ve muy distintas en las fotos? Debe ser que pasaron algunos carnavales”,
bromea Elsa Rivas, mientras guarda el espejito en la cartera y se acerca a la mesa donde la esperan María de la Fuente y Nina Miranda.
* Nina Miranda (Su nombre artístico surge de una película donde Libertad Lamarque, la protagonista, tenía ese nombre, y a ella le agradó y lo adoptó. El real es Nelly María Hunter)
Acaban de terminar un ensayo, y en un salón de la Academia Nacional del Tango están por compartir un café con La Voz del Interior.
Elsa y Nina tienen 82 años, María, 91;
están espléndidas y se preparan para protagonizar El regreso de las cancionistas, el espectáculo producido por Gabriel Soria y Cecilia Orrillo, con el que debutarán el viernes, en la noche inaugural del Festival Nacional de Tango de La Falda.
Junto a ellas estarán las guitarras de los hermanos Rivas y el pianista Néstor Schiavone.
Junto a ellas estarán las guitarras de los hermanos Rivas y el pianista Néstor Schiavone.
Durante la década de 1950, fueron heroínas de la música ciudadana; divas de su tiempo.
Entre grandes orquestas y hábiles directores, cantantes engominados y salones para todos los gustos; entre películas más o menos melodramáticas, programas de radio que marcaban las horas del día y grabaciones que giraban en cada casa,
Elsa, porteñísima, cautivó con esa fuerza interpretativa que desciende directamente de los barrios;
María, distinguida, buscó una expresividad más elaborada;
Nina, la romántica, en lo mejor de su carrera renunció al tango para elegir el amor.
“Para mí se trata de un regreso, porque estuve 46 años retirada”, explica Nina.
“Pero fíjese que regresar es más fácil que comenzar. Cuando empecé fue muy duro llegar a ocupar un lugar importante”.
“Mire qué cosa –señala María–, yo dejé de cantar dos veces, me fui de Buenos Aires y las dos veces volví. En estas cosas está Dios, porque mire que me erradiqué con muebles y todo, pero volví”.
“Yo nunca dejé de cantar –aclara enseguida Elsa apenas escucha hablar de regreso–; y lo voy a hacer hasta que me dé la memoria para acordarme de las letras, por respeto al público, ¿vio? Espero que nunca llegue ese día”.
Grandes éxitos. Del espectáculo que las cancionistas ofrecerán el viernes en La Falda –que repetirán en agosto en el Festival de Tango de Buenos Aires– prefieren no adelantar nada, pero con picardía femenina dejan entrever que estará hecho de los éxitos que marcaron sus carreras.
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Son muchos los que todavía recuerdan a Elsa poniendo sus acentos encantadores en Pa’ que sientas lo que siento, o Besos brujos; o a María en delicadas versiones de Fuimos y En carne propia; o Nina con la voz sincera y firme en Fumando espero o Maula.
* “Yo estuve una vez en La Falda –comenta Elsa– fui con Mercedes Simone, fíjese. También iba mucho a la ciudad de Córdoba a cantar; no me acuerdo ahora los locales, pero íbamos mucho”.
* “Yo también –recuerda María–. Hubo una época en que todos los meses iba a cantar a Córdoba”.
*“Yo canté en Córdoba en 1956 y era enero –interviene Nina–. Ya me había independizado de Donato Racciatti; me fueron a buscar al hotel para ir a la radio, que se llamaba La Voz de la Libertad, y llegando veo que la calle estaba cortada por una manifestación de gente.
‘Agarre por otro lado que por acá no podemos pasar’, le dije al que manejaba el auto. ‘
¡Es que la radio está acá y esta gente la espera a usted!’, me dijo”.
"Las tres sentimos algo muy especial cuando cantamos”, dice María.
Cada una representa un estilo como cancionista, pero las tres coinciden en que un buen tango comienza por la letra.
“Siempre busqué tangos fuertes, los que no dicen nada no me atraen”, advierte Nina, y Elsa agrega: “A mí también me gusta el tango que le da al intérprete de dónde agarrarse para expresar”.
“Que tenga la garra suficiente para permitirme pronunciar lo que siento, que diga algo de la vida. El tango es sentimiento, si está eso, está todo”, redondea María.
Pronto aparecen los nombres de Libertad Lamarque y Mercedes Simone.
La charla sigue y de las voces se pasa a las orquestas.
“Tuve la suerte de estar cerca de Piazzolla –cuenta María.
Cuando empezó a elevarse en otra categoría, más alada digamos, sacó el tango Fugitiva, que no era un tango común. Me lo trajo para que lo cantara”.
“Yo, la primera vez que grabé fue con Ricardo Tanturi –interviene Elsa–.
Estaba en radio El Mundo y me vinieron a hablar; por lo único que me interesó, mire qué ignorancia la mía, fue porque podía grabar”.
“Fue una gran oportunidad para ti”, le dice Nina.
“Y sí –continúa Elsa– después estuve con Víctor D’Amario e hicimos unas cuantas grabaciones más y también con... ¡uy! no me acuerdo, nunca me acuerdo de él; lástima porque era un buen elemento”.
“En aquella época tuvimos oportunidad de cantar con grandes orquestas –asegura María;
la gran orquesta de Héctor Artola en Radio Belgrano y en Radio El Mundo”.
“En Splendid, con Marafiotti”, agrega Nina.
“En Belgrano estaba Leopoldo Federico dirigiendo la estable”, acota Elsa.
Precisamente, buenos acompañamientos –concluye María–.
Ojalá se hubiese grabado todo lo que hicimos en radio, en esa época irrepetible”.
María también cuenta de cuando fue a Japón con la orquesta de Juan Canaro, en 1954.
Elsa recuerda que estuvo allí, en 1977 con Los Señores del Tango.
“Si me permiten –dice Nina–, quiero recordar a una señora que queremos todos:
Nelly Omar”.
“Claro, todas la admiramos”, responden Elsa y María a coro.
Santiago Giordano
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Maria De La Fuente con Astor Piazzolla
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