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viernes, 23 de febrero de 2007

Julio Pane - A las Orquestas - 2000










RBerdi:
El Diario del Tango
Esta autorizado para publicar
las notas de
tangodata.gov.ar



Viernes 23 / Friday 23•21:00 hs.

Apertura del IX Festival Buenos Aires Tango
(Av. Figueroa Alcorta y La Pampa)

Rubén Juárez y
Cristian Zárate Sexteto

Artistas invitados: Osvaldo Berlingieri,
Gustavo Beytelmann, Javier Calamaro,
Celeste Carballo, Pablo Mainetti, Julio Pane
y Horacio Romo



Julio Pane

Nota del año 2000
Gabriel Senane
http://www.clarin.com/diario/2000/07/07/c-01001.htm


Notable bandoneonista, acaba de editar su álbum A Las Orquestas.
Julio Pane es un referente cardinal de su instrumento y maestro de toda la generación de nuevos y buenos bandoneonistas.

Es un personaje: locuaz, dado, raro.
Y un artista de vuelo alto con un perfil más bien bajo: prefiere subir por la escalera antes que por ascensor.
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Toca todos los días. Con su trío, que completan el piano de Nicolás Ledesma y el contrabajo de Enrique Guerra, con la Orquesta del Tango de Buenos Aires, o solo y donde lo inviten.

Es un habitante ilustre de la noche porteña, y se lo puede encontrar cenando por ahí, jugando al metegol con sus tres hijos o tomando un helado en la heladería de Corrientes y Rodríguez Peña, antes o después de tocar.

- A las orquestas es tu primer disco. Parece un debut tardío...
* - Sí o no, porque nunca es tarde cuando la dicha es buena, sólo se trata de que sea dicha y buena, nomás.

- ¿Por qué A las orquestas?
- Se titula así porque los bandoneonistas están en las orquestas, y las orquestas antes estaban en las radios.
Yo salí del conventillo, y Radio El Mundo fue mi universidad. Ahí escuchaba a Gobbi, Troilo, Stampone, Leopoldo Federico... Todo eso te marca.

- ¿Y Piazzolla?
* - Un día me di cuenta de que tenía mucha influencia de Piazzolla. Entonces miré atrás y me di cuenta de que había tenido otros modelos, aquellas orquestas de hasta el 50, mis cinco años con Horacio Salgán y hasta el influjo de la última orquesta con estilo definido, la de Fulvio Salamanca.
Y si hay botones hay que tocarlos, decía mi viejo.

- ¿Cómo llevás el concepto de orquesta a un trío?
* - Me divierte tocar partes de dos o tres bandoneones, como si fuéramos más.
El trío es el tronco de la orquesta, y quise tener una sonoridad orquestal con un trío.
- ¿A vos te gusta el bandoneón o los bandoneonistas?
- Todo.


Del bandoneón, creo que es un instrumento con unas posibilidades expresivas tremendas.
La mano izquierda tiene un timbre que se emparenta con las cuerdas, con las violas, los cellos, con algunas maderas, como el clarinete o el corno inglés; y la última octava puede hacer acordar a un saxo soprano.
En la mano derecha puede evocar a los bronces, por los ataques que puede ejecutar. Puede ligar como si fuese una cuerda hasta dar un ataque incisivo como de trompeta.
Los bandoneones, como todos los instrumentos manufacturados, son instrumentos de carne y hueso.
Después viene la química personal con el instrumento.
Cada bandoneón lleva el apellido del que lo está tocando.


- ¿Y los bandoneonistas?
* - Primero mi papá, Salvador Pane.
Pero por una cuestión generacional, mi tío Vicente, que era una máquina.
Después, Julián Plaza, Leopoldo Federico y, sin lugar a dudas, Aníbal Troilo.
.
Hace como 40 años le preguntaron a Troilo cuál era el mejor de todas las épocas, y contestó Pedro Maffia.
Maffia es la antesala y el ejemplo de todos los bandoneonistas. Mi papá también estudió con él.

- ¿Vos con quién estudiaste?
* - Yo, después de estudiar con mi papá —que tenía toda la escuela de Maffia recontraincorporada—, estudié con Julio Ahumada, y agarré los cuatro últimos años de la Orquesta Estable de Radio El Mundo.
Imaginate tener 16 años y escuchar a esos monstruos.
Les podías cortar la partitura con una tijera que te la leían a primera vista igual.

Todos tenemos algo de Maffia o de Laurenz, y eso remite al Sexteto de Julio de Caro, que por algo los tenía a los dos.

Antes Eduardo Arolas incidió a través de sus composiciones.
Yo creo que vengo de Pedro Maffia, y quizás un poco de Laurenz.
Si no tenés algo de ellos dos, algo falla.

- Vos también das clases. ¿Qué esperás de tus alumnos?
* - Que tengan en cuenta a los referentes vivos pero que también conozcan todos los estilos.
Que lo que se toque en el instrumento tenga cada vez más que ver con llevarlo al papel y a la vez, con usar la improvisación, que es una forma de empezar a componer y conocer lo instrumental.
Eso espero de mis alumnos. Eso pretendo. Ni más ni menos.

Link

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Gustavo Beytelmann Trio - Tango a la Duke










RBerdi:
El Diario del Tango

Esta autorizado para publicar
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Viernes 23 / Friday 23•

21:00 hs.
Apertura del IX Festival Buenos Aires Tango
(Av. Figueroa Alcorta y La Pampa)

Rubén Juárez y
Cristian Zárate Sexteto

Artistas invitados: Osvaldo Berlingieri,Gustavo Beytelmann, Javier Calamaro, Celeste Carballo, Pablo Mainetti, Julio Pane y Horacio Romo




Gustavo Beytelmann


y el Departamento de Tango
del Conservatorio de Rótterdam


El compositor y pianista, que se reencontró

con la ciudad para brindar un seminario para pianistas profesionales, cuenta cómo se dirige la enseñanza en Holanda y cómo se trabaja frente a los clichés del tango, tanto en Europa como en la Argentina.

El Departamento de Tango del Conservatorio de Rótterdam manifiesta una saludable equidistancia respecto del fenómeno tanguero en Europa.

Sin perder de vista la señal expansiva que parece proyectar el género todo en ese continente, el equipo de trabajo –que incluye al director, Gustavo Beytelmann, a los profesores y a los alumnos—asume un compromiso menos estruendoso en términos comerciales y mediáticos, aunque indispensable en lo artístico.

Beytelmann recibió a “Tangodata” en La Casa del Tango, en uno de los huecos que le dejó el seminario brindado a pianistas profesionales en Buenos Aires. Se encontrará con este artículo de vuelta en París, poco antes de viajar nuevamente a Holanda.

Su vocación pedagógica, que durante años permaneció aletargada en medio de su riquísima agenda creativa, regula estas triangulaciones geográficas.

“A Rotterdam voy una vez por mes. Durante tres días le tomo el pulso a cómo se está trabajando y después me vuelvo. Es un trabajo intenso que disfruto mucho”, señala el pianista y compositor.

Un músico polivalente, capaz de recorrer con solvencia y lucidez el mapa de la música del siglo XX en sus variables populares y académicas. Un tipo sencillo, que camina por el barrio de Almagro en busca de aromas y paisajes que se colarán más tarde –tal vez involuntariamente—en su refinamiento estético.

Casi como si él no tuviese nada que ver en todo esto, relata como un cuentito el origen del Departamento de Tango del Conservatorio de Rótterdam, uno de los más prestigiosos centros de estudios musicales de Europa:

“Esto empezó hace 15 años. Un botánico holandés, Joep Boor, se enamoró del ‘sarangui’, un tipo de violín indio; se fue a estudiar 8 años con su gurú en la India. Cuando volvió a Holanda se dio cuenta de que le interesaba más la organización de la música que hacer música. Y convenció al director del Conservatorio de Rotterdam para que abriera un departamento de música india.

El éxito y la práctica de esta disciplina alejada de lo clásico, le dio la idea de crear otros espacios para las músicas del mundo.

Se hicieron así departamentos de jazz, de flamenco, y desde 1993, de tango”.

El espacio para el tango fue inaugurado por el bandoneonista holandés Carel Kraayenhof.

Beytelmann trabaja allí desde 1996. “Empezamos con 3 o 4 alumnos. Ahora son como 23. Tienen 2 orquestas típicas. Una avanzada y otra de principiantes. Uno de los profesores ilustres es el bandoneonista Víctor Hugo Villena, que estudió con Marcos Madrigal, Julio Pane y Juan José Mosalini (“es de la nobleza del bandoneón”, apunta Beytelmann) y ahora integra la gran orquesta “Otra”, donde la docencia se mezcla con el universo lúdico de la creación y la recreación tanguera.

--¿Se sorprendió cuando le ofrecieron enseñar en el conservatorio de Rotterdam?

--Yo estaba en París, y sinceramente me resultó exótico que me preguntaran si quería hacerme cargo del departamento de tango de un lugar como el conservatorio de Rotterdam.

Porque yo no tengo experiencia académica con el tango. Aprendí tocando. Me tomé el trabajo más bien como un desafío. Yo tuve una referencia muy enriquecedora cuando trabajé en el trío que integrábamos con (el músico francés Patrice) Caratini y Mosalini.

Hacíamos tangos de todas las épocas, estrenábamos composiciones, tocábamos en todos lados. Enseñar y aprender suponía, más que tocar o componer bien, una actitud frente a la música, una manera de sentir y un modo de expresarla.

Esto me exigió una reflexión sobre el género. Una reflexión que antes no había tenido. Porque para mí el tango siempre había sido como la extensión de la lengua materna, más que una cosa razonada. Uno escuchaba esta música como una especie de entidad psíquica que estaba más allá de las especulaciones y la racionalidad.

--Se tiene la idea de que la reflexión sobre el tango está relacionada con su crisis. ¿Fue siempre así?

--Las ideas circularon con mucha intensidad hasta los años 50, y con el reflujo las condiciones de existencia del género cambiaron. En la época de oro los músicos viajaban, escuchaban, entraban en contacto con otras culturas y otras músicas.

Fijate el caso de Cobián. Hay dos autores en Cobián: uno el de "Susheta", otro el de "La casita de mis viejos". La gente piensa que el inventor de América es Astor Piazzolla. No niego su importancia y su influencia. Pero hubo otros que marcaron caminos mucho antes que él.

--¿En qué momento?

--La primera reflexión sobre el tango se materializa en la Guardia Nueva. Esto es: músicos talentosos, que empiezan a tener excelencia profesional. Fijate que antes del año 10 había mucho genio y poco nivel profesional.

Con De Caro eso empieza a cambiar. Ellos enseñaban y marcaban caminos de otro modo. La generación de De Caro jamás hubiese imaginado que ochenta años después se iban a hacer cosas como las que estamos haciendo con los chicos (se refiere al seminario para pianistas que dio en La Casa del Tango).

Después, siempre hubo gente que empujó. Francini y Pontier, Argentino Galván, Salgán, Piazzolla. Los diferentes estilos se manifestaban en pensamiento sobre el tango.

--Recién mencionó el seminario de La Casa del Tango. ¿Es distinta la recepción entre los alumnos argentinos y los europeos?

--Es diferente. Acá en Buenos Aires los músicos son profesionales del tango. Tienen dónde tocar, dónde practicar, en muchos sentidos sus posibilidades son mucho mayores para desarrollarse.

En Rotterdam hay que abordar las cosas de otro modo. Por ejemplo, todos los instrumentos, con excepción del bandoneón, tienen que ser estudiados en el departamento clásico. Llegan al tango por otro lado.

--Y enseñando allá, ¿hasta qué punto lo que representa Buenos Aires sigue siendo una referencia?

--Buenos Aires nunca deja de estar. Por la cantidad de tangueros por centímetro cuadrado. No se puede hacer tango como si no existiera Buenos Aires. Es un registro ineludible. Todos los que están allá lo saben. Pero a mí me da más libertad estar en Rótterdam.


--Siempre está el prejuicio porteño de que un europeo nunca alcanza el feeling del tanguero de acá.

--Lo local y lo universal encuentran un punto en común. Si no conozco los códigos puedo ser argentino y no entender nada. Y en cambio ser francés y entender los códigos. He encontrado holandeses y franceses magníficos, tipos que parecen estar hechos para esto sin siquiera hablar castellano. Cuando veo estas cosas me vuelvo más racionalista. Lo que valen son los códigos, las convenciones del género. Ahí se obtiene el pasaporte del tango.

--Hay varios músicos del conservatorio holandés que están tocando en la Orquesta Escuela de Buenos Aires. ¿Cree usted que vuelven distintos de esa experiencia?

--Yo les propuse a las chicas belgas que vinieron a la orquesta Escuela. Les dije, si su interés por el tango es el mismo que tienen por otras músicas, cómprense un pasaje, viajen a Buenos Aires, la van a pasar bien. Pero si quieren el tango como “su” música, tienen que “trabajar” en Buenos Aires. Tomar contacto con Balcarce, con Salgán, con Plaza. No es una verdad absoluta. Pero te da una diversidad de versiones sobre el tango.

--Mucho se habla del fenómeno del género en Europa.¿Cómo se traduce ese entusiasmo a nivel académico?

--Dos cosas marcan el fenómeno del tango en Europa: por un lado Piazzolla y por el otro, el exotismo del baile. En ambos casos, la gente se interesa poco y nada por lo que hay en el medio. Como docente, es una lucha permanente. Los estudiantes me piden "Piazolla, Piazzolla". Yo les explico: "aunque te interese el tango sólo por Piazzolla, no lo vas a terminar de entender si no comprendés primero el tango".

Porque él construyó su obra con el tango o contra el tango, pero el tango siempre estuvo ahi, como referencia ineludible.

Y por el lado del baile, no hay que olvidar que el mundo de hoy tiende a la superficialidad en todos los órdenes. Uno se cruza con gente que te cuenta: "Fuimos a Argentina, conocimos el shopping tal, es hermoso. ¡Y los shoppings en Buenos Aires son iguales a todos los shoppings de las grandes ciudades! Esto significa que no conocieron nada.

Con nuestra música pasa lo mismo. Se cree que las posibilidades del tango están limitadas por aquello que sirve exclusivamente para el baile. En las milongas se ve eso. Hay que pelearla. Sino, con todo a su disposición, el tango puede quedar recluido entre las milongas y las malas ejecuciones de Piazzolla.

--¿Puede evitar que en su personalidad como docente se filtre su personalidad musical?

--Yo trato de separar los tantos. Lo peor que le puede pasar a un alumno es encontrarse con un profesor de estética. Trato de desaparecer detrás del fenómeno. Como uno no puede desaparecer, me coloco donde creo que puedo ser más necesario para el que me está escuchando.

Creo que en ese sentido me ayudó también el hecho de estar casi solo en Europa. Me sirvió para pensar en la responsabilidad de enseñar tango. Me sentí obligado, y en esa obligación ya no era representante de un estilo sino el representante de una voz. No defiendo mi estilo como compositor o como intérprete. En mi trabajo mi música está excluida.

Beytelmann cuenta que en los inicios del departamento de tango de Rótterdam, dos jóvenes músicos, ex alumnos de Mosalini, formaron el Sexteto Canyengue.

Ellos conocían y admiraban a Osvaldo Pugliese, a quien nombraron como una especie de director artístico simbólico, a la distancia. El espíritu del conservatorio coincidía con la idea de Pugliese de la música: progreso, estudio, capacitación.

--Lo interesante de Pugliese es que proponía ese ideario pedagógico tanto en la época de expansión como en el período de reflujo del tango...

--Claro, porque tenía que ver con una actitud de vida, y de querer dejar algo. Muchos tangueros estuvieron durante años agazapados, a la defensiva. Eso dificultó la posibilidad de transmitir y enseñar. Más que abrirse a los demás y dejar que otras expresiones, como el rock o el jazz, propusieran nuevos diálogos, se retrajeron, prefirieron convertirse en museos de sí mismos.

--Eso parece haber cambiado hoy. Las nuevas generaciones se muestran más permeables a influencias de todo tipo.

--Sí, hay como una reconciliación generacional, y los jóvenes se acercan a buscar en las tradiciones. Pero también hay que tener en cuenta que la tradición no tiene sentido sin la creación. Tiene que estar al servicio de nuestro presente, e intentar dar respuestas a los interrogantes de hoy.


Beytelmann Gustavo

Vive en París desde 1976, donde se desarrolla como pianista, compositor y docente. Estudió en el Instituto Superior de Música de la Universidad de Rosario y continuó aprendiendo composición en Buenos Aires con Francisco Bröpft.

Fue pianista de Astor Piazzolla durante su gira europea en 1977.

Desde 1981 hasta 1992, como integrante del trío Mosalini-Beytelmann-Caratini, desarrolló una amplia actividad en Europa y en Estados Unidos.

Ha compuesto música para televisión y para cine italiano, francés y alemán.

Desde 1996 es Director Artístico del Departamento de Tango del Conservatorio de Rótterdam.

En 2001 se editó en Francia su disco “Un argentino en el Louvre”, doce composiciones y arreglos basados en cuadros del Museo de Louvre.

Fue uno de los padrinos de la última edición del Festival Buenos Aires Tango.



Fernando D’Addario
TangoData.gov.ar

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Tango a la Duke


Roberto Tormo, contrebasse - Juanjo Mosalini, bandonéon
- Gustavo Beytelmann, piano

01 - Gustavo Beytelmann trio - In a sentimental mood.mp3
02 - Gustavo Beytelmann trio - Soledad.mp3
03 - Gustavo Beytelmann trio - Caravan.mp3
04 - Gustavo Beytelmann trio - Satin doll.mp3
05 - Gustavo Beytelmann trio - Tale the 'A' train.mp3
06 - Gustavo Beytelmann trio - Sophisticated lady.mp3
07 - Gustavo Beytelmann trio - Prelude to a kiss.mp3
08 - Gustavo Beytelmann trio - I got it bad (and that ain't g.mp3
09 - Gustavo Beytelmann trio - Mood Indigo.mp3 1
10 - Gustavo Beytelmann trio - Day Dream.mp3


Link:

RBerdi_Gustavo_Beytelmann_Trio-Tango.a.la.Duke.rar.html

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