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"La salud no debería ser sólo preocupación de los médicos"
Lo afirma la doctora Margaret Chan, desde hace siete meses directora de la OMS
Margaret Chan es una mujer enérgica, sonriente y menuda que lleva más de 30 años trabajando en la salud pública, desde que en 1978 ingresó en el Departamento de Salud de Hong Kong. Allí, entre otros desafíos, tuvo que enfrentar brotes de gripe aviaria y del síndrome de enfermedad respiratoria aguda (SARS, según sus siglas en inglés).
Quien hace siete meses fue consagrada directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) está en la Argentina para participar en la cumbre internacional sobre atención primaria de la salud Buenos Aires 30/15, de Alma-Ata a la Declaración del Milenio, que reúne hasta hoy a representantes de 60 países.
"Será difícil alcanzar los objetivos del milenio [como reducir la mortalidad infantil o mejorar la salud materna] a menos que volvamos a los valores de la atención primaria -dice Chan-.
La salud no debería ser sólo preocupación de los médicos."
Y enseguida agrega: "Los principales obstáculos que tenemos por delante para alcanzar estos objetivos que nos fijamos para 2015 son que el sistema de salud es muy débil, faltan recursos humanos y aumenta la población.
La inversión en salud ha sido muy baja durante muchos años, pero soy optimista."
-Doctora Chan, el sida es una enfermedad prevenible, pero no se previene. ¿Por qué?
-En primer lugar, en algunos lugares falta comprensión sobre cómo se evita la transmisión del virus. Pero hay personas que lo entienden y continúan teniendo comportamientos de alto riesgo. Hay promiscuidad; no se utiliza el preservativo... Es fácil criticar a los gobiernos... Pero necesitamos movilizar a la comunidad para que las personas se hagan cargo de su futuro y de su destino.
-Dada la progresión de la epidemia, ¿no debería la OMS negociar globalmente un descenso del precio de las drogas contra la enfermedad?
-Las drogas no eran accesibles para muchos, pero debo decir que en los últimos diez años, por medio de las acciones de varios sectores, los precios bajaron.
Se creó un fondo mundial de donantes y se están movilizando recursos.
El sida es una enfermedad difícil. Y usted tiene razón: estamos viendo cada vez más personas infectadas.
En 2003, cuando el doctor J. W. Lee lanzó la iniciativa Tres por Cinco, hubo muchas críticas. Pero el doctor Lee estaba en lo cierto: en toda tarea importante y difícil, siempre hay que empezar por el primer paso. La iniciativa Tres por Cinco nos dejó una enseñanza: que hay que cambiar la forma en que hacemos las cosas; tenemos que cambiar nuestra forma de pensar.
El VIH es un desafío intimidante, pero tenemos que seguir insistiendo.
-Hace décadas, la OMS coordinó una campaña mundial para erradicar la viruela. ¿No es posible pensar en un esfuerzo similar contra el sida, aunque sea para detener su progresión?
-Bueno, la erradicación de la viruela fue posible gracias a una vacuna muy efectiva. Pero por lo menos en los próximos tres a cinco años no veo la posibilidad de una vacuna contra el VIH, de modo que uno tiene que seguir insistiendo en las intervenciones que demostraron su utilidad.
Hay cosas que podemos hacer: prevención, evitar la transmisión madre-hijo. En el mundo, sólo alrededor del 10% de las mujeres tiene acceso a servicios prenatales que controlen si están infectadas con el VIH para evitar la transmisión vertical. Esto es factible y es costo-efectivo. Estamos buscando respaldo para que se hagan en mayor escala.
-¿Están regresando muchas enfermedades que creíamos controladas, como la sífilis?
-En algunos países, estamos viendo que la sífilis está regresando, y vemos casos resistentes de tuberculosis.
Eso nos recuerda que nunca tenemos que ser complacientes. Tras el descubrimiento de los antibióticos, muchos pensaron que era el fin de las enfermedades contagiosas. Aprendimos que las viejas enfermedades vuelven de forma diferente y que aparecen otras, de modo que hay que tener información temprana tanto de las enfermedades transmisibles como no transmisibles para diseñar las políticas correctas o corregir el rumbo.
La obesidad no nos preocupaba en 1978, cuando hicimos la primera conferencia de atención primaria. Y ahora, en todas las comunidades, hay cada vez más población con obesidad y, junto con ella, todo un abanico de complicaciones, como las enfermedades cardíacas, la diabetes, los problemas articulares.
-¿El mercado introduce distorsiones en la búsqueda de la meta de equidad en el acceso a la salud? -La experiencia que tenemos es que el proveedor de salud puede ser el sector público, las ONG o el sector privado.
Los proveedores pueden ser diferentes, pero el gobierno tiene que establecer políticas correctas, disponer esquemas de protección social y regular la calidad de la salud.
-Dado que tantos factores que influyen en la salud están fuera de la órbita del sistema sanitario, ¿cómo se alcanzarán las metas del milenio?
-Tenemos que trabajar con otros sectores. ¿Cómo? La otra noche estaba hablando con los ministros y les dije: "La «torta» de recursos es limitada en todos los países. La práctica tradicional es que cada ministro pelee por su parte, ¿no es cierto?
Si yo fuera ustedes, pelearía por los recursos del Ministerio de Agricultura, por los de Educación... Así, ellos podrían hacer prevención de enfermedades y promoción de la salud.
Si ellos hacen bien su trabajo, estará más aliviado el del Ministerio de Salud, que frecuentemente es el que recibe los fracasos y las oportunidades de prevención perdidas.
Los desafíos son temibles, pero creo que estamos en la dirección correcta.
Por Nora Bär De la Redacción de LA NACION
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