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Aunque le otorguen los títulos más pomposos, como el de Personalidad Emérita (con que lo distinguió la Secretaría de Cultura de la Nación), o el de Ciudadano Ilustre de Buenos Aires (así designado por el Concejo Deliberante porteño), o el de Visitante Ilustre (en Miami), ninguno será tan honorífico, ni tan consagratorio, ni de mayor significado trascendente que el reconocimiento y el prestigio de que goza entre sus pares, los músicos, y el que le tributa a cada momento la gente, aunque sólo se trate de ese mínimo y anónimo gesto de silbar un tango suyo.
En efecto: Horacio Salgán es uno de los poquísimos músicos a quien tanto el público en los teatros como los músicos argentinos en la intimidad del comentario han colocado por unanimidad en un pedestal.
Lalo Schiffrin recuerda que el gran pianista Arthur Rubinstein, de visita en su casa, le pidió que tocara el tango "A don Agustín Bardi", en el que descubría la originalidad y los atrapantes desafíos de Salgán. Y también recuerda que el compositor Igor Stravinsky le reclamaba las obras del creador de "A fuego lento".
Con este maestro que hoy carga ochentaytangos, nos encontramos en su casa de Palermo, en cuyo living se descubren fotografías tan insólitas como las que lo muestran en el Zoológico de Cuttini (en Ezeiza) abrazado al rey de los animales.
Historia de un quinteto
¿Cómo nació el Quinteto Real?
Por pura casualidad, pregunta y contesta don Horacio. -Con Ubaldo De Lío no teníamos la mínima idea de formar un quinteto en aquel entonces, cuando preparábamos un ciclo de recitales en el restaurant del noveno piso del Automóvil Club.
Resulta que en un momento dado un amigo nos avisa que allí también iba a comenzar otro ciclo Enrique Mario Francini y su conjunto, y nos pregunta ¿por qué no tocan juntos?
Fue así que con Ubaldo nos unimos al violín de Francini y al contrabajo de Rafael Ferro...
-Un cuarteto, entonces...
-Así es. Empezamos siendo un cuarteto. Es que no pensábamos en nada de agrupación permanente. Simplemente nos decíamos, "vos tocás aquí y vos allá", nada más. Pero cuando vimos que todo salía muy bien nos planteamos: aquí falta un bandoneón. ¿A quién llamar?
Yo tenía una admiración especial por Pedro Láurenz, sobre todo porque él le había dado ese toque de romanticismo y de caracter bravío a la orquesta de Julio De Caro. Entonces, cuando lo propuse, todos los del cuarteto estuvieron de acuerdo .
-Estos fueron los inicios del primer Quinteto Real.
Y el de este nuevo ¿cómo ocurrió? -Coincidentemente pasó algo parecido. El año pasado empezamos Ubaldo y yo en el Club del Vino. Allí estaba tocando Néstor Marconi con su hijo pianista y un contrabajo.
Entonces surgió la idea de incorporar a nuestro dúo el bandoneón y el contrabajo. Pero aquí nos faltaba el violín. En este caso lo llamamos a Antonio Agri. Con Agri toqué varias veces en grabaciones con orquesta entre los años 60 y 70... Y con Marconi estuve en la Orquesta Filiberto, y alguna vez fue el bandoneonista en mi "Oratorio a Carlos Gardel"...
El maestro Salgán ni habla del disco nuevo, quizá porque da por sentado de que la charla se debe precisamente a la reciente edición del CD del Nuevo Quinteto Real, por Forever Music Inc. para su colección "Timeless Tango", precedida por dibujos del plástico argentino Aldo Severi.
Lo que más sorprende es su dilatado matrimonio artístico con Ubaldo De Lío...
-Sí, sí. Fíjese: llevamos cuarenta años tocando juntos pero lo mismo nos seguimos tratando de usted...y eso que ni siquiera somos novios... (Salgán lo dice con una mueca característica de su excelente buen humor, lleno como siempre de ocurrencias y de guiños que suele rematar con cuentos de toda laya).
-Los arreglos ¿son suyos? -Es una buena pregunta. Fíjese que yo nunca dije ni aclaré (quizá por negligencia mía) de que tanto para mi orquesta como para mi dúo con Ubaldo, y en el caso de los quintetos,todos los arreglos fueron y son míos.
Incluso parte de lo que toqué en los dos discos que grabamos con Dante Amicarelli ("El bosque mágico") lo arreglé yo.
Y los escribí de la primera a la última nota, desde aquella primera orquesta que fundé en 1944. Nunca se me ocurrió poner este dato en ninguna grabación, porque no lo creí necesario, ya que en muchas orquestas el director suele ser también arreglador.
Pero ¿que resulta ahora? que un grupo europeo graba un CD con mis arreglos para quinteto ¡y figura como arreglador el pianista!
-Es duro. Pero hay compensaciones. Como ese paseo de sus tangos -como "A don Agustín Bardi", "Aquellos tangos camperos" y "A fuego lento" por Europa, de la mano de Daniel Barenboim.
-Es cierto. Ese disco que Barenboim grabó con Mederos y Console tuvo un éxito espectacular en Europa, sobre todo en España y Francia. (A propósito cabe recordar que en aquella presentación del CD en el Salón Dorado del Teatro Colón, hace unos meses, al enterarse Barenboim de que en la sala se encontraba el maestro Salgán confesó muy sonriente que no sabía si alegrarse o asustarse...)
-Me gustaría contarle algo, desliza cautelosamente Salgán. Daniel Barenboim tenía pensado tocar en dúo de pianos con su esposa o con Martha Argerich. Y conversando sobre esto quedé en enviarle cosas que escribí para dos pianos. Entre otras están la versión de "A fuego lento" y mi transcripción del scherzo de "Sueño de una noche de verano", de Mendelssohn.
Desde muy joven sentí predilección por esta obra, como la tengo por su Sinfonía Italiana y esos maravillosos trozos de su obra para piano, las "Canciones sin palabras".
-Ud. no le teme a ninguna música, ni a ningún género...
-(El maestro sonríe) En lo popular hice tango, folklore, jazz, música brasileña y caribeña; y de lo clásico toco de todo, de Bach a Debussy, Fauré y Ravel. Cada autor representa una época y un estado de ánimo especial.
Vivencias de un gran músico Horacio Salgán tenía catorce años cuando empezó tocando en las salas durante la época del cine mudo.
-Entonces, recuerda, yo usaba, por mi edad, pantalones cortos. Era la costumbre en ese tiempo...
-¿Ya entonces usaba anteojos?
-¿Tocó Ud. con Troilo?
-En un momento Pichuco estaba en el teatro Odeón con su orquesta, por un lado, y De Lío y yo por otro. A veces él venía y se apoyaba con su bandoneón sobre el piano y tocábamos juntos. Yo le decía: mirá el gran gusto que nos damos y encima nos pagan. ¡Qué privilegio!
Hay dos temas que el músico soslaya impecablemente. Uno es el referido a los cantores. De ellos prefiere no hablar (aunque haya acompañado nada menos que a Rivero y Goyeneche).
El otro es Piazzolla. -¿Compartió con Piazzolla? -Conocí a Piazzolla cuando tocaba con Troilo, responde escuetamente. Salgán no lo menciona, pero se sabe que en una recordada reunión en AADI, Astor supo confesar que durante aquellos intervalos de la orquesta de Troilo en el Tibidabo, se cruzaba hasta el Tango Bar para escuchar a la orquesta de Salgán y que después se replanteaba muy seriamente su propia capacidad de orquestador, porque se había hecho a la idea de que no estaba capacitado para escribir una música semejante en calidad a la del eminente pianista.
Salgán, en cambio, se explaya cuando preguntamos por los músicos que dejaron huella en su alma.
-Además de Ubaldo, mi compañero inseparable, fue para mí un gran honor y suerte haber tocado con Leopoldo Federico, Enrique Mario Francini, Pedro Láurenz (a quien dedico el tango que estrené y grabé con el Quinteto Real), Dante Amicarelli, Antonio Agri, Murtagh...
Recuerdo especialmente mi participación como pianista -yo tenía entonces veinte años- en la orquesta de Roberto Firpo, que fue quien fijó justamente el piano en la orquesta típica.
La charla se extiende y podría ser interminable. El maestro sabe que es dueño de una memoria prodigiosa.
Pero no para sacar a relucir méritos como los que resaltaron dedicatorias musicales tan significativas: la de Julio De Caro (que compuso dos tangos en su honor), de Leopoldo Federico, del Mono Villegas, de Oscar Aleman.
-No pretendo ser original, aclara. No se puede serlo. Me contento con haber resucitado el Quinteto Real, y de haber encontrado, por ejemplo, armonizaciones curiosas para el tango que le dediqué a Pedro Láurenz, que también estrenamos y grabamos ahora en este disco.
René Vargas Vera
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1) El amanecer
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
FIRPO, Roberto
2'36''
2) Felicia
PACHECO, Carlos Mauricio SABORIDO, Enrique
3'01''
3) Aquellos tangos camperos
DE LIO, Ubaldo SALGAN, Horacio
3'31''
4) Caminito
DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
MORES, Mariano
2'40''
6) La clavada
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
LATASA, Feliciano
3'36''
8) A fuego lento
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
AGRI, Antonio: violín DE LIO, Ubaldo: guitarra FEDERICO, Leopoldo: bandoneón MURTAGH, Omar: contrabajo SALGAN, Horacio: piano
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