Oscar López Ruiz - Nota enviada al Foro de Piazzolla.org en el aniversario del fallecimiento de A.Piazzolla

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Nota enviada al Foro de Piazzolla.Org por el gran guitarrista Oscar López Ruiz

Tuvo actuación en varios de los conjuntos de Astor Piazzolla, en particular en el quinteto.

Tanto a mi como a Donna (Donna Caroll), mi esposa y gran amiga de Astor, se nos hace cada día más difícil aceptar que ya no lo podemos llamar por teléfono;

que él no nos va a llamar tampoco para invitarnos a escuchar alguna obra suya en algún lugar de Buenos Aires;

que no va a venir a casa a tomar un cafecito;

que no vamos a charlar y, porque no, a veces a discutir sobre música, siempre sobre música;

que no nos va a sorprender con algo nuevo por más que su música, a medida que escucho todo eso que he tocado mil veces una y otra vez, me suena cada día mejor y distinta y escucho cosas que sigo descubriendo aún, algo que creo que jamás terminará dada la riqueza de esta obra y que es siempre y también distinta y nueva.

Privilegio de los grandes de verdad:

ser convalidados por el tiempo y ser MEJORADOS por el tiempo.

Parece mentira, pero muchas veces me despierto con la sensación de que Astor me va a llamar hoy e inmediatamente me digo "Oscar no seas estúpido", "cortala"..., pero se nos hace difícil no tenerlo cerca físicamente.

Para quienes no tuvieron el privilegio de disfrutar, gozar y padecer también su compañía durante tanto tiempo, quizás estas palabras puedan parecer delirios esotéricos de un Sr. ya entradito en años que se quedó colgado del pasado.

Pues no es así, créanme.

Soy el tipo menos nostalgioso que conocí en mi vida que no extraña al Piazzolla de ayer sino al del futuro.

No tengo el menor apego por lo esotérico, lo religioso, lo mágico, lo sobrenatural.

Por ende, no me estoy lamentando por el Piazzolla que perdimos sino por ese Piazzolla que nos iba a seguir volando los sesos con el poder inagotable de su talento.

Me lamento por el Piazzolla que se nos quitó, que se nos arrancó abrupta, violentamente de nuestras vidas.

Extraño lo que nos faltó, eso que preveíamos, mejor dicho, sabíamos, sustentados en tantos años de convivencia y de comunicación sin palabras, construida con miradas y gestos, silencios y bochinches, que inevitablemente vendría.

Lo que una muerte hija de puta nos quitó matándonos más a nosotros que a él, porque él seguirá viviendo en su obra mientras nosotros languidecemos deshojando una y otra vez el inagotable libro de su vida y su música.

Pero deshojaremos los libros conocidos, la mayoría incunables, pero conocidos al fin.

Por eso extraño el futuro que esa muerte puta nos quitó, pero no ese futuro que se sigue produciendo cada vez que escuchamos su música, sino aquel impredecible, sorprendente, cada vez más desafiante y profundo que nos prometía sin decir una sola palabra al respecto, simplemente estando y creando.

Creo que hasta el fin de mis días seguiré "esperando" su llamado, puteándolo por lo que no pudo darnos, enojado e irritado porque no esté por aquí en cuerpo y alma para tomar cafecitos y beberme sus palabras tan musicales y sabias como una cantata bachiana.

Como soy absoluta, visceralmente ateo y, por ende, no creo en el más allá, cielos ni infiernos, no está a mi disposición el alivio de creer que me lo voy a encontrar en otra vida que niego.

Sé que ya no lo veré más sino en el pasado y trato de perdonarme las incontables veces que no lo comprendí consolándome con las que sí lo comprendí y apoyé a muerte y que fueron la enorme mayoría.

Como duele mucho, a veces trato de tomar distancia de él, de su música, de los amigos comunes, etc., pero siempre me alcanza y me atrapa, me envuelve y me convence que él, en mí, es inevitable para siempre.

Oscar López Ruiz

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