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lunes, 28 de julio de 2008

Carlos de la Púa - A los 100 años de su nacimiento: 14 de enero de 1898








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Hace 100 años Nacía Carlos de laPúa,
Autor de la Crencha Engrasada


Poeta que le hizo el verso al gotán.

Nombre completo: Carlos Raúl Muñoz y Pérez
Fecha de Nacimiento: 14 de enero de 1898
Lugar: La Plata, Buenos Aires, Argentina
Fecha de Muerte: 10 de mayo de 1950
Lugar: Ciudad de Buenos Aires, Argentina


Un solo libro le bastó para ser considerado el autor lunfardo más trascendente.
De sus variados oficios, decía que el único confesable era el periodismo.
Se llamaba Carlos Muñoz y murió en 1950.

Irene Amuchátegui
http://www.clarin.com/diario/1998/01/14/c-00601d.htm

Aun en apuntes autobiográficos mencionó como su lugar de nacimiento el barrio donde creció, el Once, una geografía más afín con su condición de emblema porteño.
Pero se supone que el nacimiento de Carlos Muñoz, del que precisamente hoy se cumplen cien años, fue en la ciudad de La Plata.

Carlos Muñoz comenzó enviando anónimas Cartas de un soldado a la redacción de un diario, con denuncias de irregularidades en el lugar donde cumplía el servicio militar.
Y terminó sus días como exportador de vinos, negocio que al parecer hizo prosperar a fuerza de picardía criolla.
De todas las que tuvo, declaraba que su única ocupación confesable era el periodismo, que lo llevó a compartir la redacción del diario Crítica con Enrique y Raúl González Tuñón, Nicolás Olivari, Roberto Tálice.

Su único libro, La crencha engrasada, publicado en 1928 y firmado con su habitual seudónimo Carlos De La Púa, fue subtitulado Poemas bajos y lo ubicó en lo más alto de la poesía lunfarda.

Varios de los poemas incluidos en el libro, musicalizados por Ernesto de la Cruz, se convirtieron en tangos, sumándose a dos colaboraciones con Enrique Cadícamo y música de Cátulo Castillo.

Pero Carlos de La Púa, con haber escrito sus poemas y en los hábitos más arraigados de su propia vida, ya era parte del mundo del tango destinado a ser parte de su mitología.

Los personajes y los temas del tango pueblan La crencha engrasada.

El ocaso de la mujer fatal en Packard

(Era una mina bien, era un gran coche,/era un packard placero, era una alhaja:/auto que siempre trabajó de noche/llevando siempre la bandera baja).

O en Farfala volatriche (Vivís sacando punta a los recuerdos/Frente a la realidad (frappé!!) de un capuchino).

La inmigración en Los bueyes (Y los pobres viejos, siempre trabajando,/nunca para el yugo se encontraron flojos./Pero a veces, sola, cuando está lavando,/a la vieja el llanto le quema los ojos).

Lo autorreferencial en Tango viejo (El que te baile bien debe ser púa,/manyado entre la merza de los guapos,/haber hecho un jotraba de ganzúa/y tener la sensación de la cafúa/al atávico influjo de los trapos), todos con música de De La Cruz.

Y está la hiriente lucidez de Hermano chorro
(Tomá caña, pitá fuerte,/jugá tu casimba al truco/y emborrachate, el mañana/es un grupo.//­Tras cartón está la muerte!).

Carlos Muñoz o Carlos de la Púa, también llamado El Malevo Muñoz, tuvo dos biógrafos excepcionales:
el poeta Enrique Cadícamo y el dramaturgo Roberto Tálice,
autores, respectivamente, de las Notas de la más reciente edición de La crencha... y del libro El Malevo Muñoz.

Imponente contextura física: lacio el pelo caído sobre la frente (...), ancha frente, amplias espaldas, brazos caídos como de púgil en descanso, manoplas anchas y fuertes propicias para el apretón amistoso o la trompada demoledora, andar balanceado, como el de un navegante en tierra firme...

Sí que se justificaba, físicamente, su apodo de El Malevo, lo recordó Tálice.

También cuenta que situaciones favorables y adversas provocaban por igual su socarrona sentencia preferida: ­

Se sufre...! ­Se sufre...!.

Y hace inventario de sus giros singulares y encantadores.
Como la vez que se entusiasmó con la Uruguaya Mirta, vieja amiga de Tálice, y resolvió:
Por lo diminuta y breve le puse el nombre de Cachito... es un cachito de belleza, un cachito de tentación, un cachito de amor.

El gran Enrique Cadícamo fue amigo y admirador del Malevo.

Su memoria guarda las disparatadas ocurrencias de Muñoz como guionista y director de cine (en Galería de esperanzas), los espontáneos hallazgos poéticos de su habla cotidiana, su desolada agonía en 1950.

Cadícamo asegura que no hubo otro poeta lunfardo comparable al Malevo con la rotunda afirmación:
Mercadería como esta no aparece todos los días.
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