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sábado, 31 de marzo de 2007

Tango: Homero Manzi - Manzi, modelo para armar

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1907 - Centenario del nacimiento de Homero Manzi - 2007

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Manzi, modelo para armar

http://www.lavoz.com.ar/07/03/31/secciones/opinion/nota.asp?nota_id=57801
Publicado el 31-03-07

Daniel Salzano
dsalzano@lavozdelinterior.com.ar


Cómo habrá sido de poderosa la influencia de Manzi en Argentina que, a pesar de Homero Simpson, aún hay niños que se llaman Homero.

Manzi fue el que escribió Sur.
A ver, niños repitan conmigo: Una luz de almacén. Ya nunca me verás como me vieras. Recostado en la vidriera. Esperándote.

Este año se celebra el centenario de su nacimiento y aquí se renuevan las autoridades municipales. A ver, concejales, si avivamos el seso y al nomenclador callejero le agregamos cien gramos de poesía.

Sugerencias:

1) Calle del Ciego que Fuma Fuma y Fuma Sentado en el Umbral,
2) Glorieta de Pobre mi Madre Querida,
3) Cortada del Abandono,
4) Esquina de San Juan y Boedo y
5 ) Centro Cultural Paredón y Después.

Lo curioso es que Homero Manzi no se llamaba Homero Manzi y que no era porteño sino santiagueño. En serio. Había nacido en Añatuya:

"Localidad del N. de Argentina de la Pcia. de S. del Estero, depart. de Gral. Taborda. 11.918 habitantes" (Espasa Calpe, edición de 1978).

El papá lo llamó Homero porque era un apasionado de la épica. En la familia ya había un Aquiles, un Ulises y un Héctor.

Homero, el griego:

"Así que se hubieron embarcado, empezaron a navegar por la líquida llanura. Aquiles mandó que los hombres se purificaran, y ellos hicieron lustraciones, echando al mar las impurezas, y sacrificaron en la playa hecatombes perfectas de toros y de cabras en honor de Apolo. El vapor de la grasa llegaba al cielo enroscándose alrededor del humo".

Homero, el santiagueño: "Fuimos como una lluvia de cenizas y fatigas / en las horas resignadas de tu vida / gota de vinagre derramada / fatalmente derramada / sobre todas tus heridas".

El hombre que nunca murió en realidad vivió muy poco, 44 años.
Pero fue como si hubieran sido 88: escribió, editorializó, cronicó, militó, dramatizó, timbeó, discrepó y compuso una docena de tangos que están en los cimientos de nuestra cultura popular: "En lugar de ser hombre de letras, he decidido hacer letras para los hombres".

Homero Nicolás Manzione Prestera, nació en Santiago, pero se educó en Buenos Aires, en Pompeya, barrio de tango.
Era alto, fortachón y, para compensar su incipiente calvicie, se dejó crecer la barba siguiendo el modelo de Athos, el mosquetero más desgraciado de Dumas. Por eso le decían Barbeta. –Che, Barbeta, ¿tenés el teléfono de Troilo?

Homero, el nuestro, caminaba habitualmente, por timidez, con las manos en los bolsillos. Y es que Dios le había concedido palabras de gigante y manos pequeñas. Por eso no las enseñaba. Ni usaba anillos. Y, ojo, que estamos hablando de una década en la que los señores de la noche se medían entre sí cotejando sus zafiros.
Después de todo, y aunque hubiera tenido las manos de un leñador, tampoco hubiera usado anillos porque los habría empeñado. Barbeta, rey del escolaso, tenía cuenta corriente en el Monte Pío.

Chiste de Discépolo: "Cuando Homero firmaba sin hache era porque la había empeñado".

Ya va a aparecer Discépolo de nuevo en esta nota. O al menos debería, porque alrededor de Manzi, el sol, giraron obedientes, todos los pesos pesados del cuarenta: Cátulo Castillo, los Hermanos Expósito, Hugo del Carril, Sebastián Piana, Mores, Pugliese, Pedro Mafia, y Malena, loco, Malena.

Fue el poeta de las cosas que se iban: el orsay, el fueye dormilón, el terraplén, los muñecos de aserrín y el último organito.

Éste es un modelo para armar, pero incompleto porque militó además como murguero, periodista, libretista, político, docente, gremialista, radical, peronista y fumador de cuatro manos. Sus pobres fueyes se pincharon. Al fin y al cabo, cada uno se va como puede.

Murió el 3 de mayo de 1951, rojo, impar.

Final de taco:
"Saludarán su ausencia / las novias encerradas / abriendo las persianas / detrás de su canción / y el último organito se perderá en la nada / y el alma del suburbio se quedará sin voz".

Es triste que casi nadie sepa quién fue Homero Manzi.

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