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viernes, 6 de junio de 2008

Bandoneón - Como funciona - - - Joaquín Amenábar - Luthier, Bandoneonista y Director de Orquesta - - - - - - Su Música " Tangos de la Guardia Vieja "


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El Bandoneón

Es un instrumento musical aerófono a fuelle, pariente del acordeòn de forma rectangular y sección cuadrada y timbre particular.

Es muy popular en el Rio de la Plata particularmente Buenos Aires y Montevideo, por su vinculación con el tango, también popular en el Mesopotamia Argentina por su utilización en el Chamamè.

El nombre proviene del alemàn bandonion y, éste es un acrónimo de Heinrich Band (1821-1860) a quien se le adjudica su invención.

Ernest Louis Arnold (1828-1910) fue el fabricante de los bandoneones ELA que eran importados en la Argentina y vendidos por Alberto Ohermann.

Posteriormente la dirección de la firma pasó a manos de sus hijos, hasta llegar al menor de ellos, Alfred (1878-1933), quien con toda la experiencia ganada desde sus primeros años fundó en 1911 la firma Alfred Arnold Bandonion, fabricante de los famosos y apreciados “AA” (”doble A”).

En las propagandas posteriores se lo indicaba como:

“El único instrumento para una interpretación perfecta del tango argentino”.

Como funciona

Resumen:
Además de la notable diferencia tímbrica entre el bandoneón y el acordeón y otros instrumentos de lengüetas sueltas (free-reed), el bandoneón utiliza botones en lugar de teclas; por lo que se habla de botoneras en lugar de teclados.

Los botones son hechos de galatita.

El bandoneón utilizado en Argentina y Uruguay se conoce como Rheinische Tonlage 38/33.

Estas dos cifras significan que consta de 38 botones para el registro agudo (discante) y 33 para el grave (bajo): un total de 71 botones.

Existe una cantidad asombrosa de variantes y modelos de bandoneón y cada uno tiene su historia.

El bandoneón posee botonera cuádruple, ya que cuando se estira el fuelle cada botón oprimido genera un tono y cuando se cierra el fuelle el mismo botón emite otro tono.

Por lo tanto, es necesario aprender la ubicación de 71 tonos abriendo el fuelle y 71 cerrándolo. Para cada botón existe un sistema de lengüetas —voces de acero remachadas a un peine de cinc, antimonio o de aluminio (este último en los bandoneones de inferior calidad)—, similar al de la armònica.

El número 142 no se refiere a la cantidad de botones (que son sólo 71) sino al número de lengüetas que generan los tonos.
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Link
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lunes, 15 de octubre de 2007

Joaquín Amenábar - Luthier, Bandoneonista y Director de Orquesta - - - - - - Su Música " Tangos de la Guardia Vieja "

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Joaquín Amenábar
- Luthier de bandoneón y Director de Orquesta


Después de un tiempo pudimos averiguar
que el luthier que aparece enseñando
como es su trabajo con el bandoneón y
tocándolo es Joaquín Amenábar(Argentina).
El video me fue cedido hace tiempo por
el Sr.Peio Landa(España). En dicho momento
no sabíamos quien era el luthier.

Link

http://rapidshare.com/files/14329664/RBerdi_MantenimientoDelBandoneon-Video.rar.html


---También conseguí interpretaciones de Joaquín Amenábar con su Orquesta:
"Tangos de la Guardia Vieja"

Link

http://rapidshare.com/files/19923475/RBerdi_Joaquin_Amenabar-TdelaGV-SdeT.rar.html
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jueves, 23 de agosto de 2007

Argentina - Patria del Bandoneón - Homero Manzi

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Argentina - Patria del Bandoneón - Homero Manzi

Este escrito de Homero Manzi fué terminado por Acho Manzi, en una solidaria necesidad de hacer saber, que, cada bandoneón que se vende al extranjero, es una voz más que perdemos.

El Bandoneón llegó a Buenos Aires en el bagayo de un inmigrante alemán, quién jamás pudo suponer que con él traía el instrumento que andaba buscando la emoción porteña para poder desparramarse por el mundo.

Y así fue que una noche, allá por el 1900, cuando todavía los muchachos se recostaban en las paredes de las esquinas para que no se derrumbaran y se ataban el pescuezo con un pañuelo para que no se les cayera la cabeza al escupir fuerte por el colmillo, el alemancito se sentó en el patio de su conventillo, para llorar en manga de camisa, sobre las notas largas de su "Bandoneón", un dramita de inmigración, de ausencia y de distancia.

Y sin quererlo, las notas litúrgicas de su fueye, desangradas en la desolación de los patios porteños, repercutieron en el corazón de las costureritas sentimentales y temblaron en los dedos ligeros de las barras, como si hubieran nacido para repicar compadronamente sobre el doble teclado de aquel lindo aparato.

Dicen que un día, Domingo Faustino Sarmiento trajo de Italia una yunta de pajaritos grises, y al poco tiempo Buenos Aires era una jaula de gorriones.
Asi también un día el arrabal se pobló de bandoneones.

Buenos Aires se le entregó, a condición de que primero, se le entregara el "bandoneón".
Y así fue que empezó a rezongar como si llevara adentro el alma atormentada de un garavito. Y se emocionó en la noche de las cortadas, como si hubiera nacido a la luz de un farol, y compadreó en el alarde de una serpentina, como si en él chiflaran los gorjeos de las patotas. Y entonces, ya no fué más bandoneón.

En el registro civil de los almacenes, lo bautizaron mandoneón, y para ser más chorro y más porteño, le acomodaron un mote de prontuario; "alias", Fueye.

Y en los barrios de Buenos Aires, aparecieron las manos que habrían de estirarlo como nadie. Vicente Greco, Pacho, el ruso Antonio, Pepín, Santa Cruz, Chiape y el pibe de oro, ese pibe que a los doce años con un par de brazos que apenas podían abrazarlo, sacó al fueye sonidos secretos, dulzuras desconocidas, armonías inéditas; Pedro Maffia. Luego vendrán otros, y luego también serán superados,para nuestro bien.

El bandoneón es un alma que tomó forma de gusano a fuerza de arrastrarse detrás de un amor imposible. Cuando estaba por morirse de pena en una esquina olvidada del mundo, las caricias de las manos criollas, lo ayudaron a sufrir su congoja. Al hambre de su pena solitaria, el tango le entregó el pan de una amistad derecha y compañera. El suburbio lo emborrachó en sus copas para hacerlo olvidar. Los compadritos lo llevaron a sus fiestas para ahuyentarle los recuerdos malos.

Y Juán de Dios Filiberto, que tiene algo de fueye en su arrugada silueta, le compuso un himno de homenaje: "Quejas de Bandoneón"

El bandoneón es un órgano de Iglesia con alma requintada, que siguiendo la estrella rea de su destino, se escapó de una catedral disfrazado de fueye, para poder ambular por la noche de la calle Corrientes.

Por eso desde que él se entreveró en el tango, las milongas adquirieron una solemnidad religiosa, y por eso cuando sus hermanos recogen los sonidos y talla solo el bandoneón, la canción de los barrios parece un misal taura.
Y por eso también, Pascual Contursi, poeta de suburbios, le rezó un Padre Nuestro:
"Bandoneón Arrabalero".

Enrique Santos Discépolo, se ha ganado el título de inspector honorario de las emociones de Buenos Aires. Envuelto en un mínimun de materia, recorrió las calles o se sentó a tomar un café, dispuesto a requisar cuanta emoción circulara sin patente.
Nervioso, flaco, afiebrado, pura nariz y talento, de pronto ha encontrado algo que buscaba; una canción, un grito, un gesto; se lo pone debajo del brazo y en su casa lo hace bailar sobre el piano, para inspirar las teclas.

Es el drama que un borracho olvidó sobre una mesa o un lio que descubrió por la rendija de una persiana.
Una noche oscura, al cruzar una calle del suburbio, Discépolo tropezó con el alma del bandoneón que se había escapado de la caja; entonces hizo un tango:
"Alma de Bandoneón".

Pedro Maffia, inició su vida en el piano. Pero aquel armatoste era demasiado grande para la honda humildad de su espíritu. Sus dedos ligeritos resbalaban inútiles sobre la dentadura del teclado.
Es que Maffia, necesitaba un instrumento mas pequeño, para hacerlo llorar de emoción en el temblor de una caricia. Un instrumento que lo pudiera tener entre los brazos, para llevarlo más cerca del corazón. Tal vez por ello eligió el bandoneón. Y por ello también, cuando aún era un pibe, ya sabía pasearlo como nadie por los carcomidos tinglados de los cafés de Buenos Aires, entre el humo de la admiración.

Ese instrumento se le adentró tanto en su cariño, que al ejecutarlo era como si estrujara un pedazo de su alma.
Cuando un instrumento se ha moldeado de tal forma al perfil filosófico de una ciudad, solo cabe hacerlo nuestro definitivamente, para que en sus días futuros, pase de una mano a otra, como entrando en cada casa a hacerse amigo y maestro a la vez. Las esperanzas que se derramaron en él, dieron nacimiento a más hermanos.

Quizás alguien piense que no encaja en el desequilibrio del modernismo, porque tiene cara de viejo y está vestido de negro, que es su manera de pasar desapercibido. Si algún día sus hermanos fueran a dejar de ver nacer nuevos bandoneones de las manos de sus creadores, un día se terminará de hacer, el último bandoneón. Lo demás va a ser historia, y cada uno de ellos, aferrándose a las manos de quienes lo acarician, pedirán que ésta patria que los cobijó, sepa que no puede repartirse en versos si no hay quién aprenda a darle vida en aires porteños.

Haceme dos cajas con punta en ochava,
que puestas de frente, aferren los pliegues
y encierren el aire para mi pulmón.
Que asomen mis teclas con mueca sonriente,
y que al apretarlas, un peine de bronce,
libere los flecos de mi propia voz.
Que un muchacho loco me aprenda en sus dedos
y que de sus manos nazca una emoción.
Y en mi frente negra, que se frunza el ceño
de la filigrana de un fileteador.
Que mi nacarada suerte peregrina,
sepa que las manos que mi fueye estira,
dejan por sentada mi ciudadanía,
en cada latido de mi corazón
------------------------------------------------------------------------------------------------Si alguien inventó un día esa jaula de pájaros..! ¿Qué otra alma sensible podrá volver a adivinar sus secretos para envolverla en el fervor de aquel primer encuentro..?

La historia, que debería ser nuestra historia, esa a la que se ajustan las descripciones de los vencedores, es la que nació en Alemania y se escribió en Argentina antes de 1900.

Y los argentinos hemos vencido sobre el destino de un instrumento sentenciado a morirse de sueño. Y porque ya llegó al tinglado de los más famosos escenarios del mundo y es escuchado con respeto, se abre ante nosotros el verdadero dilema.

Lo que antes era el tesoro de un país, hoy es la búsqueda desenfrenada del resto del mundo por conseguir los mejores exponentes de lo que nos dio ese sabor sentimental.
Y los bandoneones salen gota a gota del país, sin pasaje de regreso.
Cada día son menos los que nos quedan, cada día son menos los mejores instrumentos, que tendrían que ser nuestro mejor orgullo.

Cada vez que me entero que en el exterior se vende un bandoneón traído por un tanguero que quiere hacerse de unos pesos, se arruga dentro de mi pecho este pequeño fueye que nos dejó su apariencia de juguete navideño, que se resiste a pensar que vamos entregando la ilusión que nos dejó alguno de esos tres Reyes Magos.

Se van vendiendo uno a uno, y ya quedan los imprescindibles para continuar la tradición.

Que su voz no se pierda en los vientos de otros cielos. Que la ausencia de su voz no nos resulte un ausente más entre tantas presencias que damos por perdidas.

A ver, argentinos...no vendamos también el alma..!
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Sobre lo Clásico y lo Popular

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Por Joaquín Amenabar(Luthier y Bandoneonista)

Bandoneón - Su Mantenimiento - Video
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martes, 6 de febrero de 2007

Sobre lo Clásico y lo Popular




La foto muestra el primer
modelo de bandoneón







Sobre lo Clásico
y lo Popular



Ricardo Fiorio


(Profesor Titular de la Cátedra de Bandoneón del Conservatorio Nacional De Música (IUNA)

Por mi parte creo que el trabajo de Pepe sobre la vinculación letra-música en la obra de Gardel y en la obra de Mozart puede llegar a ser un aporte muy importante en diversos terrenos del conocimiento: música, poesía, historia, lingüística, semiología y muchos otros.

Por dar un ejemplo, en mis clases de Armonía me detengo mucho tiempo en tratar que mis alumnos aprehendan (así, con hache intermedia) el concepto de "cadencia".

Las cadencias son estructuras musicales -presentes en toda música- comparables a los signos de puntuación del lenguaje escrito.

Por mi lado siempre me pregunté (y me sigo preguntando) si la música ha heredado estos signos del lenguaje, o si ha sido a la inversa, considerando que -según parece- la música precedió al lenguaje hablado.

Yo pienso -y seguramente Eduardo sabrá corregirme o explicarlo mucho mejor- que la música se resiste a ser estudiada según las pautas con las que se estudian los lenguajes, por una razón poderosa:

en mayor o menor medida, cualquier lenguaje puede traducirse (sin embargo sabemos que, en poesía, la traducción puede alterar sustancialmente el sentido); en cambio la música es intraducible.

Tratar de contar, sólo con palabras, cómo suena, digamos, "La Cumparsita", a alguien que nunca la ha escuchado, es tan improbable como poder describirle el color amarillo a un ciego de nacimiento.

Hay algo de mágico en el hecho musical, algo que se explica en sí mismo. Por éso, trabajos como el de Pepe son absolutamente valiosos a la hora de intentar un acercamiento hacia ese misterio, hacia sus leyes ocultas.

Ahora, leyendo los comentarios, todos interesantes, de distintos miembros de la lista, veo que una vieja polémica maniquea, que divide tajantemente al arte en clásico o popular, tiende a reaparecer.

Y que la combinación de los imponentes nombres Gardel y Mozart puede producir algunas reacciones alérgicas en pieles sensibles.

Recuerdo haber presenciado una conferencia de Borges en la que le preguntaron su opinión sobre el "boom" de la literatura latinoamericana y sobre la "literatura comprometida".

Apelando a su característica ironía, Borges respondió que, por un lado, un "boom" no le sonaba demasiado latinoamericano.

Y con respecto al compromiso de la literatura, consideraba que había dos tipos de literatura: literatura buena y literatura mala.

Y que la combinación de los términos "literatura comprometida" le sonaba a "equitación protestante".

La diferenciación entre un arte clásico y uno popular es más o menos reciente.

¿En qué recipiente pondríamos las bellísimas figuras rupestres de Altamira? ¿Arte popular?, ¿sacro?, ¿clásico?

Mozart fue, justamente, uno de los que empezó a "popularizar" el arte, coincidiendo con una época en que la burguesía buscaba su lugar frente a las cortes y el clero, que detentaban el derecho de tenencia de lo artístico.

Sus óperas salieron de palacio y se difundieron en teatros "de variedades", haciendo disfrutar de su belleza a una clase media surgente que hasta entonces no había tenido acceso a su música ni a la de los que le antecedieron. Y llegó a ser muy popular.

Sobre los gustos musicales de los sectores realmente pobres de la sociedad de esa época, especialmente el campesinado, no sabemos mucho. Hasta donde conocemos, se limitaba a danzas o tonadas sencillas, que se encuentran muchas veces presentes en la obra de Mozart.

Sin embargo, especialmente en el S. XX, la división clásico-popular empezó a ser dicotómica.

Y comenzaron a encenderse polémicas. Que lo clásico era envarado y elítico y lo popular genuino y actual (¡y etílico!); que lo popular era burdo y lo clásico refinado; que hay artes menores y mayores, blah, blah, blah.

No sé en otros lugares del mundo cómo habrá sido, pero en la Argentina la dicotomía clásico-popular, sobre todo desde la aparición del Tango, se intensificó hasta lo extremo.

Por un lado, los Conservatorios oficiales desecharon sistemáticamente el tango como material de estudio, de forma absolutamente injustificada, perdiendo una fuente importantísima de conocimientos.

Es más, esos Conservatorios deberían haber sido los que se ocuparan de estudiar el fenómeno y colaborar en su desarrollo. Sólo cedieron un poco, muy poco, cuando vieron que músicos de otros lugares del mundo, como Stravinsky, se mostraban muy interesados por el tango.

Por dar un ejemplo, les comento que este año he tomado la cátedra de bandoneón del que fuera el Conservatorio Nacional (actual IUNA), que durante treinta años tuvo quien fuera mi maestro, Alejandro Barletta.

Más allá de lo que yo opine personalmente sobre Barletta, algo que realmente me parece imperdonable es que nunca les haya permitido a sus alumnos tocar tango, diciendo que ejecutar el bandoneón de la forma en que se lo hace para tocar tango arruina la técnica del músico.

Eso es, simple, lisa y llanamente una barbaridad.

Un buen trompetista o un buen saxofonista sabrán qué técnica aplicar cuando tengan que tocar jazz o cuando tengan que tocar clásico.

Y la técnica de bandoneón que el tango desarrolló es muy rica y muy variada (son incomparables un Laurenz, un Troilo, un Federico, un Pane o un Piazzolla, aunque cada uno, en su estilo, es buenísimo).

Del otro lado, tal vez sufriendo cierto despecho o pretendiendo mantener cierta sensación de marginalidad, el tango impulsó la creencia en la insuperable "universidad de la yeca".

En ese sentido, quien no hubiera concurrido a esa abstracta institución, estaba del todo imposibilitado del ejercicio del tango.

Pero los que profundizaban el estudio del tango mantenían una secreta admiración por los ámbitos académicos.

Nunca ha dejado de llamarme la atención que los métodos de bandoneón de la época, incluyendo el de Maffia y el de Marcucci-Lípesker, ser limitaran a una suerte de transcripción de ejercicios para piano del muy clásico Czerny, y al final -luego de aburridos estudios- publicaban una serie de piezas...entre las que no figura casi ningún tango!

Sin hablar del tema Piazzolla, que -increíblemente- todavía sigue siendo polémico. Que si es tango o no lo es. Que el tango para ser tango debe poderse bailar y el de Piazzolla no se puede. Que usa guitarra eléctrica y hasta batería.

Encima, para hacer rabiar todavía más al concejo superior de normas tangueras de la universidad de la yeca, usaba barba y medallones hippies.

Del otro lado tengo un ejemplo más. Yo también enseño en el Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires (¡qué cacho de nombre!).

Resulta que, ya hace más de un año, se promovió una votación entre alumnos y docentes para ponerle un nombre más humano al establecimiento. En nombre elegido fue...adivinen..."Conservatorio Astor Piazzolla". ¡¿Lo qué?!, espetaron varios distinguidos colegas mientras espantaban las polillas del "Floriregium Musicum". ¿Y por qué no Alberto Ginastera? ¿O Luis Gianneo?

Resultado...hasta el momento no se impuso el nombre. Hay batallas administrativas que lo traban a propósito.

Parece que a Piazzolla le ocurre algo parecido a lo que le ocurre al bandoneón: a los tangueros (generalizando, por supuesto) no les cae demasiado simpático que el bandoneón se escurra hacia otras músicas.

Y los clásicos consideran que todo lo que se toque en ese instrumento tendrá un inevitable tufo a tango, aunque sea Bach.

Creo que, siendo tan claro que el tango, más que ninguna música de las llamadas "populares" del mundo, está tan emparentado con la también llamada "clásica", en el sentido de preciosismo, elaboración, dificultad de ejecución e interpretación y virtuosismo, va siendo hora de que esta división se supere.

Perdón por el bodrio, pero me levanté con ganas de conversar.

Un abrazo
Ricardo Fiorio
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Comentario: Algunos nombres pueden parecer incomprensibles, por ej. Pepe o Eduardo

Ricardo Fiorio pertenece a un grupo denominado Cueva Tango, (al cual yo estoy ) y dichas personas igual - RBerdi

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miércoles, 31 de enero de 2007

Bandoneón - Su Mantenimiento - Video











Bandoneón - Su Mantenimiento

Es un video sumamente interesante en el

que un luthier, además de ejecutante,

nos explica como se hacen las

reparaciones del mismo.

A través de su relato vemos las distintas

partes del instrumento y como realiza

su trabajo.


La explicación es muy clara.

Creo que es para coleccionar este material.

Él habla en inglés pero esta subtitulado en español.

Agradezco al Sr. Peio Landa haberme facilitado el video.


Link:

http://rapidshare.com/files/14329664/RBerdi_MantenimientoDelBandoneon-Video.rar.html

martes, 23 de enero de 2007

Proyecto para salvar al bandoneón

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Proyecto para salvar al bandoneón

http://www.boletinargentino.com/index.php?p=698#more-698


Uno de los emblemas del tango, el bandoneón, está en peligro de extinción.

Hace cerca de 70 años que prácticamente no se fabrican nuevos instrumentos, por lo que aún se utilizan los antiguos modelos alemanes.

“La mayoría se vendió antes de la [II] Guerra en la Argentina y el Uruguay debido al auge del tango. Pero ahora su número está decreciendo, porque muchos se han deteriorado y porque compradores del exterior se llevan ejemplares en buen funcionamiento", explica Juan Carlos Fredes, bandoneonista y contador público nacional.

Amante del bandoneón, Fredes elaboró dos proyectos: uno es ayudar a la reparación de los modelos clásicos y el otro, diseñar un bandoneón de estudio para niños, que esté al alcance económico de la mayoría de la población.

Y para lograrlo recurrió a investigadores del Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (Lemit), perteneciente a la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC).

Tecnología de rescate

El bandoneón nació en Sajonia, Alemania, a mediados del siglo XIX.

Allí, en la localidad de Carlsfeld, estuvieron ubicadas las fábricas que más instrumentos elaboraron y de mejor calidad sonora. Pero el último establecimiento cerró al comenzar la Segunda Guerra Mundial; posteriormente los bombardeos arrasaron con archivos e instalaciones, y se perdieron planos y matrices.

En este instrumento, el sonido es generado por el aire comprimido que pasa a través de lengüetas de acero (llamadas “voces"), haciéndolas vibrar.

Las lengüetas están remachadas a platinas o “peines", que se encuentran en el interior del fuelle. Estos elementos fundamentales son reparados en nuestro medio en forma artesanal, con piezas de metal escogidas generalmente de manera empírica; por ejemplo, usando cuerdas de relojes antiguos.

Fredes se entusiasmó por investigar cómo está construido el bandoneón. Desarmó instrumentos en desuso y estudió sus piezas, buscando cómo reproducirlas y aun mejorarlas.

Para conocer la composición de las lengüetas, recurrió al Lemit. En la sección Metalurgia, dirigida por el ingeniero José L. Sarutti, se analizaron algunas de las voces de un valioso instrumento.

Así, se pudo determinar que estaban elaboradas con un acero al carbono 1080 y que las platinas eran de cinc laminado. Se establecieron los parámetros de dureza, elasticidad, plasticidad y dimensiones de las piezas. Este conocimiento permitió comprender el método de afinación, que habitualmente se hace por limado de las voces.

Las platinas tienen formas intrincadas y para elaborarlas en forma tradicional se requeriría una matricería compleja y costosa. Por ello los profesionales del Lemit pusieron a Fredes en contacto con integrantes del Centro de Investigaciones Opticas (el CIOp, que depende de la CIC y el Conicet), dirigidos por el doctor Mario Garavaglia. En el laboratorio se fabricaron lengüetas de acero 1080 y platinas de acero inoxidable, cortándolas con un equipo láser con comandado computarizado.

Intérpretes del futuro

En su casa de La Plata, Fredes instaló una escuela de bandoneonistas, que bautizó Carsfeld, en honor a la sede de la desaparecida fábrica de prestigiosos instrumentos AA (conocidos como Doble A).

En 2000 pudo viajar a esa ciudad como integrante del Conjunto Municipal de Bandoneones de Tandil, y recibió una afectuosa acogida y mucha información sobre la historia del instrumento.

Hace dos años, creó en La Plata una orquesta-escuela de jóvenes bandoneonistas llamada Chebandoneón, en la que la ejecutante más joven tiene sólo nueve años.

Conocedor de las dificultades que tienen los niños para tocar los grandes bandoneones (pesan alrededor de siete kilos), y como actualmente no existen instrumentos adaptados a ellos, el músico decidió crearlos.

“En mi taller estoy fabricando los prototipos de dos bandoneones de bajo costo para niños de entre siete y diez años -explica-.
Hemos hecho calcos de manos de chicos de esas edades y obtuvimos una medida promedio para diseñar las empuñaduras y teclados.

La edad ideal para empezar a tocar un instrumento es alrededor de los seis años, aunque el oído musical debería ir formándose desde el jardín de infantes. Como tocar el bandoneón no es fácil, también tengo el propósito de desarrollar un método de enseñanza adaptado a los niños.”

En abril, su proyecto de bandoneones de estudio fue declarado de interés público por la Municipalidad de La Plata. Ahora, mientras espera conseguir apoyo económico, ya encontró el tipo de cartón más apropiado para fabricar el fuelle, encargó la matricería para hacer sus puntas metálicas y él mismo elabora las tapas de madera que lo cierran.

“Las lengüetas y platinas cortadas en el CIOp ya están probadas y andan bien. Las teclas serán de acrílico y hay que determinar el mejor material para los resortes que las sostienen.

También recurrí al ingeniero Bazo, especialista en Acústica de la Universidad Nacional de La Plata, para resolver el problema de la afinación. Queremos hacerlo con ayuda de programas computarizados, con un sistema inspirado en el que se usa para balancear las ruedas de los autos", concluye el músico.

Irene Maier
Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC).


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